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sábado, 27 de julio de 2013

Motivación: ¿cómo no cansarse de correr?

Qué es lo que nos impulsa a correr kilómetros y kilómetros, un dia tras otro, varias veces a la semana?

Por qué salimos a correr a bajo cero, o con un sol de justicia, o de noche con un frontal, o cuando está cayendo la del pulpo?

Por qué nos levantamos a las 5 ó las 6 de la mañana, o nos hacemos nocturnas, o corremos a la hora de comer o a la hora de la siesta?

Por qué nos gustan tanto las largas de horas, o perdernos por el monte, por esos caminos de Dios (por los que no pasa ni el tato)?

No podremos quedarnos tranquilos en casa, descansando... No, preferimos castigarnos, cuanto más, mejor. Y si llegamos calados, arañados, o de barro hasta las cejas, encima nos descojonamos (y luego, fardamos... Jejeje).

No es que seamos masocas, es que nos gusta y estamos motivados, simple y llanamente.

Qué nos motiva? A mi, no las marcas personales, desde luego (no me atrae bajar de 3 horas, o de 3.30 en maratón, ni de 40 min. en los 10). A mi me motiva correr cada vez más y más tiempo y distancia. Superarme a mí mismo llevando al límite mi cuerpo (siempre con cabeza, por supuesto).

Pero, como dicen en mi pueblo, "cá uno es cá uno", y las razones, más variadas no pueden ser:

- Estar en forma, abandonar el sedentarismo y hacer deporte para sentirse mejor.

- Perder peso, de manera que, a la vez que se está en forma y se lleva un modo de vida más sano, al vernos más atractivos (y que los demás también nos vean así), la recompensa es doble.

- Competir, batiendo marcas personales.

- Ir progresando, no en cuanto a tiempo sino en cuanto a distancia.

- El reconocimiento social que supone hacer algo que muchos ya no es que no puedan, sino que ni se plantean hacer; y es que sube el ego el que la peña reconozca tus logros. Quizás no es un fin en sí mismo, sino un medio, y se trata de un efecto secundario, pero a todos nos gusta que nos alaben, qué demonios.

- También pueden darse razones religiosas (cumplimiento de promesas, etc.) o de índole sentimental (promesas hechas a familiares, etc.), pero quizás la motivación sea más efímera que las anteriores, aunque puede conseguir afianzar en la persona que realiza la promesa el gusto por competir.

Puede haber millones de razones más, pero creo que las expuestas son las más comunes y generales.

Ahora bien, cómo seguir motivados? Cómo conseguir que, después de conseguir un reto, largamente ansiado y por el que se haya sufrido mucho, evitar la sensación de "y ahora qué"?

Por desgracia, este deporte que tanto nos gusta (lo de correr sin que nos persigan...) si no se plantea adecuadamente, puede ser muy repetitivo, y llegar a aburrir hasta al más pintado. Correr solo, durante horas, por parajes inhóspitos, que no frecuentan ni las cabras, un día tras otro, durante meses, lloviendo, o de noche, o cargado con una mochila de diez kilos, o en verano con la caló... Pues cansa, por decirlo finamente. O todas las semanas, esas sesiones cojonudas de series, o de intervalos, o de cuestas. Que además todos sabemos que hay que hacerlas, qué narices. Como no lo tengamos claro, machaca.

Y si te lesionas, o peor, te toca abandonar en la carrera... Cómo no mandarlo todo a tomar por saco?

Pues tienes que ser un pelín masoca, tienes que amar esto de las zancadas, tienes que tomártelo con naturalidad y tranquilidad, y tienes que convertir el correr en parte de tu vida, en una droga, a la que entregarle parte de tu tiempo, normalmente, tu descanso. Paradójicamente, ello hará que estés mucho mejor. Te cansas para descansar. Correr se convierte en tu válvula de escape, tu momento, cuando estás tú sólo, y las largas, o las carreras, son unas vacaciones de todo, son tu momento sólo para ti.

Seguir un plan, aunque necesario para determinados retos en mi opinión, es un coñazo de flipar, no nos engañemos; no ya 12 semanas, 8 son suficientes para jartarse. Pero pasan, llega la carrera. Se hace la carrera y después, qué?. Pues a seguir entrenando, que esto es muy sano!!! Si no nos planteamos un reto de inmediato, hay que desconectar, pero no parar de golpe, hay que reducir progresivamente la intensidad y seguir, hasta que toque preparar la siguiente.

Pero en el intermedio, qué hacer para que el ánimo no decaiga?. Las opciones son muchas;

- Correr por el placer de correr, olvidarse de tiempos, gps, distancias, etc. Correr porque sí, que es un gustazo.

- Correr con amiguetes, charlando y riéndose, disfrutando: asumiendo que el plan es algo solitario, ya que no a todos vale el mismo, y hay que buscar el que mejor se adapte a las posibilidades de cada uno, una vez hecho, podemos dejar de ser unos corredores "asociales" y disfrutar de la compañía de otros (yo lo recomiendo encarecidamente, incluso en sesiones durante la preparación; en buena compañía, algunas tiradas se hacen infinitamente más llevaderas, y si por cualquier razón, hay que alterar el itinerario (Dani, acuérdate del dedo... Jajajaja) no pasa nada, y se saca otro; en cambio, solo, a lo mejor te desmoralizas y al garete con la sesión)

- Correr por sitios diferentes a los habituales: ya no tenemos la presión de tener que hacer en cada sesión una distancia, por lo que podemos pasar del circuito habitual y perdernos por otros sitios. También podemos pasar del asfalto al campete y viceversa, a fin de descubrir nuevas sensaciones.

- Practicar deportes alternativos: en verano, podemos nadar más o montar en bici (a la postre, el entrenamiento cruzado también es muy beneficioso) o en invierno, podemos trabajar más la fuerza en el gym o hacer spinning.

- Probar cosas radicalmente nuevas: en mi caso, después del Mapoma 2012, aproveché el buen tiempo y que ya no tenía ningún otro reto en perspectiva, para pasarme al minimalismo. Empecé a correr con fivefingers, y a día de hoy, es mi opción, y no vuelvo a las "barcas" (esto lo contaré en otra entrada, porque tiene miga...).

En definitiva, las opciones son muchas, y no tenemos por qué cansarnos. Simplemente, hay que escuchar a nuestro cuerpo, a las señales que nos transmite y a las sensaciones, y obrar en consecuencia, adaptándonos.

Lo más importante es disfrutar, no convertirlo en una obligación, sino hacer de la carrera una liberación, una vía de escape de la rutina, para desear que llegue el momento de ponerse las zapas (o quitarselas, si lo tuyo es el barefoot), cruzar la puerta y echar a correr.

Porque "no es más feliz el que llega antes, sino el que más disfruta del camino"

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