La aventura empezó en verano de 2013.
Una vez logrado el reto del TP60, mirando carreras para el año siguiente
(2014), di con una que me pareció interesante; la Intermón Oxfam Trailwalker.
La conocía, de trastear por la web, pero sólo se celebraba en Cataluña. Y la
sorpresa fue que en 2014 habría edición en Madrid.
Eran 100 km (un reto importante para
mí, después de haber solventado 60 más que dignamente), pero era en equipos de
4 corredores + 2 asistentes. A los “Geteperos” nos gustó la idea, y empezamos a
gestionar cómo conseguir los 1.500 € que había que aportar como donativo por
equipo, aparte de la inscripción.
En mi empresa la gente respondió
fenomenal; es verdad que me esperaba que me apoyase más gente, pero los que lo
hicieron, lo hicieron muy significativamente. Por otro lado, amigos también me
apoyaron muy generosamente.
Pero en noviembre me ocurrió algo que
hizo imposible que la corriese; me enteré de que tenía bodorrio el día de la
carrera!!! Mira que era el 5 de julio, día del cumpleaños de mi hijo mayor, y
con la emoción de correrla, me olvidé del cumple… y mira que le quiero… bueno,
como su papá iba a hacer algo por los demás, mi hijo es muy generoso y no le
importaba… pero el bodorrio, eso sí que no, como me dijo mi mujer “tú a la boda
me acompañas”… jajajaajaj
Al cumple podía faltar, pero a la boda
no… jajajajaj
Bueno, no pasaba nada. Como le gente
me había prometido una aportación, me sentía en deuda con ellos. Algo tenía que
hacer. Y qué mejor que correr la carrera, por mi cuenta, otro día???? Todos
ganábamos!!! Además, el fin que tenía en mente para el dinero era el mejor…
Así, se lo comuniqué a aquell@s que me
apoyaron. Y empecé a pensar en un circuito de 100 kms. Valoré el de la propia
carrera: por Rascafría. Pero si quería que mi familia me apoyase (no imaginaba
yo en ese momento que los iba a necesitar tanto, y que me iban a ayudar tanto…)
tenía que ser más cerca de casa, para poder ir y volver a casa, y no estar todo
el día tirados por los caminos del Señor.
En su momento, descubrí un itinerario
hecho originalmente para bicis, por la Sierra de Guadarrama y Alto Manzanares.
Ya le había echado un ojo, y ahora, se me antojaba perfecto. La distancia era
la adecuada, era corrible 100%, ya que estaba pensado para bicis, al lado de
casa, y podía estudiar el terreno los fines de semana.
Y empecé a hacer tiradas los fines de
semana, estudiando el terreno. Finalmente, definí un recorrido de unos 100 kms.
Muy asequible (o eso pensaba yo, iluso de mí), pasando por muchos pueblos de la
sierra, y con inicio y fin en casa, en Collado Mediano. A priori, fácil… Ayyyy,
qué feliz!!!!
La semana antes del reto, me llevé un
susto. Tuve un amago de trocanteritis (en cristiano, molestias en la cadera,
con dificultad para andar). Me acojonó (más…), así que desde el jueves 7 de
mayo, tuve que ir con cuidado, entrenando lo justo, para no perder forma, pero
sin pasarme, para poder hacer el Reto.
Y llegó el día del Reto. 17 der mayo.
Me encontraba bien de ánimo, la cadera no me dio problemas, porque tuve mucho
cuidado. No tenía ningún dolor. Y de forma bien. Sabía que iba a sufrir, pero
no tanto…
Nadie de mis amigos pudo acompañarme.
Yo le quitaba hierro, le restaba importancia. E incluso me decía a mí mismo que
no pasaba nada, que así iba a tener más mérito. Estúpido. Qué mal llevé la
soledad. Me di cuenta de que no estoy preparado para afrontar un reto de estas
características solo. La bofetada que me devolvió a la realidad fue bien
fuerte… Una cosa es una tirada de 3, 4 horas… pero más de 12… Pero bueno, era
mi reto, me había comprometido, y contaba con el apoyo de mi familia, de mi
mujer, mis hijos y mi cuñada, que me iban a ir visitando en diferentes puntos y
me iban a llevar la comida. Así que no tenía excusa.
Me tiré a la calle a las 5.45 del
sábado 17 de mayo. Y a las 5.52 empecé a correr.
Empezando... |
Primero hacia Alpedrete, por la
trialera. Luna llena, fresquete justo, y muchos ánimos. En menos de 30 minutos
estaba en Alpedrete, y no necesitaba ya frontal. Perfecto. Ni es cómodo, ni
puedes correr a gusto.
De ahí fui hacia la Dehesa de
Villalba. En un principio, no estaba en el recorrido inicial, pero la incorporé
porque es muy asequible, y porque me trae buenos recuerdos (el cole de pequeño,
muchos paseos, forma parte del recorrido de muchas carreras…). Dos selfies, y a
seguir.
Al llegar a la Dehesa de Villalba |
El cerro y la sierra |
Alpedrete, camino de la cal. Precioso.
Buenos recuerdos de una semana antes. Cada vez más claridad, silencio porque la
ciudad duerme aún, y paisajes de postal, con las primeras luces. Físicamente,
todo va perfecto.
Amaneciendo |
De postal |
Paso por los Llanos y cojo la via
pecuaria que bordeando los Berrocales, me va a llevar a Guadarrama. Me tomo un
gel, y saco los bastones, para no malgastar las fuerzas. Después de un rato, no
me encuentro fino. Me noto cansado. No llevo ni 20 km, y me sorprende, voy bien
de ritmo, no voy forzando. No voy cómodo con los bastones, y los guardo. Entro
en Guadarrama y aviso de dónde estoy.
Llego a Guadarrama |
Sigo en dirección a los Molinos, y por
el camino, me noto tocadete. No estoy fino. Me toca parar y caminar, por el
arcén de la carretera. Aprovecho para comer, porque de repente me entra el
hambre. Cruzo la carretera, y enfilo el camino de los Molinos. Bajo el ritmo, y
empiezan los pensamientos negativos, y llevo escasas 2 horas y 20 kms… Me
repongo, entro en los Molinos, y empiezo a subir. En el Paseo de los Transeúntes,
aprovecho para hacer la primera parada importante. Es una excusa perfecta para
descansar. Me quito la camiseta, saco comida y bebida de la mochila, y en las
cuestas decido empezar a andar. Uyyy, no vamos bien. Ésta era una parte
“complicada”. Comparada con otras carreras, una chorrada, pero en el trazado de
ésta, sí. Cuestecillas, bastantes, hasta Navacerrada. Empiezo a notar las
piernas pesadas. De ánimo empiezo a ir mal, porque ni mucho menos esperaba
sentirme mal tan pronto. Y cuando toca pasar por debajo de la vía del tren, y
enfilar a Cercedilla, no puedo correr cuesta arriba. Voy mal. Menos mal que
empiezo a bajar, con cuidado, porque hay mucha piedra y el sendero es estrecho,
y entro en Cercedilla.
Los Molinos |
La Peñota desde los Molinos |
Bajando a Cercedilla |
Primero bajada ondulante, hasta salir
a la carretera, paso por debajo de la vía, y la subida por la acera la hago
andando. Me engaño pensando en que tengo que reservar, porque la verdad es que
no puedo correr. Empieza el llano,. Y cruzar el pueblo se me hace muy largo.
Incluso en varias ocasiones tengo que parar a andar.
Ya no sé lo que pensar.. venga, corro,
ando, corro, ando… Ahora ando, y recupero… Pero no recupero del todo, Y el
ánimo decae. Salgo del pueblo, bajo, y cuando la carretera pica para arriba,
decido andar hasta el final del pueblo, y la subida al collado. Por el arcen,
llamo a Marta, y me nota mal. Y se preocupa. Yo le digo que voy cansado, y
andando, para recuperar. Pero no le gusta cómo sueno.
Subo el collado tirando de bastones, y
parece que voy mejor. Empiezo a bajar y a correr, reservando, porque no tengo
las piernas nada bien. Entro en Navacerrada, y aunque ya me animo viendo a más
gente, voy a un ritmo bastante trotón, mucho peor del previsto. Por Navacerrada
corro y ando, y ya quedo con Marta en Mataelpino. Salgo a la carretera por un
sendero precioso, y la bajada por los Almorchones cuesta, con cuidado y mucho
calor. Casi llegando al final de la cuesta, y antes de torcer a la izquierda,
Marta me llama, me dice que ya están en donde habíamos quedado y que si me
queda mucho. Le digo que sí, y me vienen a buscar. Alegrón y subidón. Descanso,
compruebo que no voy tan mal (en los primeros 20 km sí que había cumplido con
el planning), pero les digo la verdad, que estoy cansado y voy mal, y que
necesito “terminar ya y unas piernas”… jajajaajajaj. Quedamos en Manzanares, en
una hora y media “larga”. Luego resultaron ser 2 horas y cuarto.
Hacia Navacerrada... |
y llego |
Bajando hacia Mataelpino |
1ra parada y papeo, vamos mal... |
Mataelpino |
En el Camino |
Entro a Manzanares, muy mal |
Enfilo a Mataelpino, ya con mucho
calor. Sube y baja, lo hago como puedo. Cuando empiezo a bajar, voy mal, y me
tengo que parar y andar, porque voy partido. Salgo de Mataelpino, por la cuesta
abajo infernal, andando, sin fuerzas. Llamo a Marta y se lo digo. En el Camino
de Santiago, corro y ando, hasta que me doy cuenta de que no puedo más, saco
los bastones, y decido andar
Y se me empieza a venir el mundo encima.
Le empiezo a dar vueltas a lo cansado que estoy. A lo que me queda, a cómo voy
y a lo que voy a tardar, y empiezo a agobiarme. Esta parte se me hace muy dura
y muy larga. Veo a mucha gente, pero no me consuela, porque no tienen nada que
ver conmigo. En las carreras, aunque no hables con los demás corredores, están
haciendo lo mismo que tú, metidos en el mismo jardín, pero aquí no. Los demás
son de otras guerra, estoy yo solo, y no me gusta. Paso por la entrada de la
Pedra, y me meto en las calles de Manzanares, agobiado porque llevo mucho
retraso, y puede que estén preocupados porque tardo mucho. No tengo más que
pensamientos negativos. Me he ido de tiempo, me queda la mitad de la carrera,
no puedo correr, estoy muy cansado, me duelen horriblemente las piernas y tengo
mucho calor. Y hay una parte del recorrido que no conozco. Empiezo a pensar en
abandonar. Fantaseo con cambiar el recorrido. Pero abandonar no es una opción,
Me he comprometido en hacerlo. La gente me ha apoyado, y tengo que cumplir con ellos.
Además, no quiero fallar a mi familia.
Casi llegando a la rotonda de entrada
a Manzanares, Marta me llama. Menos mal que se han retrasado y acaban de
llegar. Voy a su encuentro, y me ven mal. Me siento y como lo que me traen.
Aunque tengo nauseas, me obligo a comer. Aun sentado, no puedo parar de
moverme, me duelen mucho las piernas. Me levanto y me tengo que volver a
sentar. Descanso, hablo con mi familia, mi hijo pequeño me da un abrazo que
para mí es la vida. Y les digo en lo que estoy pensando, no quiero abandonar,
pero no sé si voy a ser capaz de terminar. No puedo correr (como le dije a
Marta, ahora no puedo, no sé si dentro de 4 horas a lo mejor), y me quedan 50
kms, y a ojo, en el mejor de los casos, otras 10 horas. No quiero llegar a casa
tan tarde. Y pensar en esa cantidad de horas andando, teniendo en cuenta cómo
estoy, me abruma y me hunde. Así que les comento la alternativa; reducir el
recorrido. Al empezar a bajar, en vez de ir en dirección a Hoyo, voy a Cerceda,
y a malas, luego le saco kilómetros por casa. Aunque primero, llegar a Cerceda,
y luego, Dios dirá. Mi familia, que me ve muy mal, como no puede ser de otra
manera, me apoya. Me tomo un ibuprofeno, y sigo (aunque me tuve que sujetar al
banco porque no me aguantaban las piernas). Me despido hasta Cerceda (necesito
ver a Marta en Cerceda, el alivio de ver a Marta en cada etapa se había
convertido en mi tabla de salvación, para poder continuar), y empiezo a andar,
torpe y pesadamente. Sigo hundido, pero aliviado por haber tomado una decisión,
que luego se reveló como la más apropiada. Me hago otra selfie antes de empezar
a subir, y empiezo a subir
Tronchao |
Y de repente, me empiezo a encontrar
bien. El camino es muy bonito, las vistas espectaculares, ver a mi familia me
ha dado la vida, la comida, el ibuprofeno, pero, sobre todo, psicológicamente
el alivio de haber “reducido” el trayecto, de estar más cerca de casa. Tampoco
conozco el camino a Cerceda, pero me lo sé de haber visto la pista en Wikiloc y
lo más importante, está cerca. Qué poderosa es la mente. A medida que voy
subiendo, me siento mucho mejor. Y cuando termino de subir, empiezo a correr!!!
Qué fuerte. Hace 20 minutos, ni podía estar sentado ni de pie. Y ahora, corro,
y a ritmito. Y no paro. Bueno, para hablar con un tío en bici (otra cosa que me
dio la vida, hablar con alguien, y hablar del GTP!!! Jajajaja). Le pregunté si
por el sendero que iba, llegaba a Cerceda, me dijo que sí, me preguntó qué
estaba preparando, se lo conté, y nos pusimos a hablar. Y esos 10 minutos
fueron maravillosos… jajajajaja. Es que con lo que yo hablo, estar horas sin
hablar con nadie, es muy duro… Al tran tran cruzo la carretera de Colmenar,
giro a la izquierda, y llamo a Marta. Cuando le digo que estoy casi en Cerceda,
lo flipa. Voy muy bien, muy animado, y con muchas ganas. Y cuando me dice que
me acompaña en la última parte, me hace feliz. Deja a los niños con sus padres, Sara la lleva a Becerril y a partir de ahí vamos juntos
En nada, en Cerceda |
Al fondo, Moral, de vuelta, y hacia Cerceda |
Sigo por el camino, extrañado de no
llegar a Cerceda, y de ver a lo lejos la plaza del Moral. Al rato, veo un
camino paralelo. Y de repente, me doy cuenta. Voy en dirección a Moral, Cerceda
queda a mi derecha. Como estoy muy bien, decido seguir a Moral en vez de tirar
a Cerceda, para hacer kilometrillos. Llamo a Marta, se lo comento, y la digo
que voy bien, y que cuando salga de Cerceda, la aviso, para encontrarnos en
Becerril. Llego a Moral, y doy la vuelta, bordeo el campo de tiro, y enfilo a
Cerceda. Me toca parar de vez en cuando, pero la perspectiva ha cambiado. Me
duelen las piernas, pero sé que voy a llegar.
Voy cantando, muy contento, Con un
calor de flipar, pero no me paro. Hago fotos, disfruto del paisaje. Y llego a
Cerceda. Cuando estaba poniendo un
mensaje para informar de cómo iba, me llama Dani, y nos ponemos a hablar.
Estamos un rato, aprovecho para descansar, me distraigo y casi cruzo el pueblo.
Cuelgo, y troto. Salgo de Cerceda, voy por el arcen, y cuando llego al Polígono
Capellanía, dejo de correr y ando. Estoy bien, pero dolorido y cansado de
correr. Ya no volvería a correr en lo quedaba de aventura. Sólo ando, a buen
ritmo, y no me paro. Voy muy contento, por sé que mi mujer me está esperando
para acompañarme en el último tramo.
El sendero que va desde Cerceda a
Becerril es muy bonito, y lo disfruto. Llego por fin, y la imagen que doy no
tiene nada que ver con la de hace unas horas, cuando casi tiro la toalla. “Rise
like a Phoenix”… jajajaja Alegrón de verla!!! Cojo agua, como chocolate, y a
seguir, que ya estamos!!!
Marta me espera, al final de un pasillo precioso |
Aunque pensaba en correr algo, ya no es que no tenga piernas, es que no apetece nada. Además, hacía muchísimo calor. Así que andando. Y charlando. “Paseo de novios”… jejejejej. Cruzamos Becerril, y a pesar de ir muy contento, me noto cansado. Con mucha sed. Y con sensación de ir con un agujero negro en el estómago. Las cuestas antes de cruzar la carretera de Navacerrada se me atragantan, pero estoy feliz.
Cruzamos la Serranía de la Paloma, y
decidimos no tirar recto, sino seguir por el camino que bordea el Cerro del Castillo.
Precioso, disfrutando del momento, de haber sido capaz de llegar y de seguir en
el camino. Alguna fotillo más, y empezamos a bajar, en mi caso a duras penas.
Enfilamos a casa y llegamos!!!
jejeje Guapos!!! |
13 horas después, estamos en casa |
13 horas después, aunque reducido el
trayecto, he sido capaz de llegar por mi propio pie. No me he rendido al desánimo,
al dolor, a la agonía, a la desesperación. Le he dado muchas vueltas después,
si hubiese ido con gente, muy probablemente lo hubiese conseguido, hubiese
recorrido los 100 kms, pero lo hice solo, y enormemente orgulloso por haberlo
conseguido.
Agradecimientos a muchas personas: a
quienes me han apoyado económicamente, por su confianza; a mis amigos y
familia, por su ánimo constante; a mis niños y a Sara, por estar de zascandil y
alegrarme los momentos duros, y sobre todo, el máximo a agradecimiento a mi
mujer, por preocuparse por mí, por estar conmigo todo el día, y por
acompañarme. Sin ti no lo hubiese hecho. Esto lo hice el día anterior a nuestro
aniversario, 18 años juntos. Han pasado muy rápido. Espero estar contigo 18
años más, como mínimo, y que sigas siendo mi persona. Te amo.