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martes, 13 de agosto de 2013

MAPOMA 2008: Crónica de 42 kms de sufrimiento, agonía y felicidad absoluta

Relato de mi amigo Dani de su maratón de Madrid del año 2008.

Refleja perfectamente el sufrimiento y la agonía que es una maratón, y en concreto, Madrid. Hay que correrla para saber lo que es. En las llanas se va a por tiempo, en Madrid se sufre y se gana la gloria, cuando llegas después de un calvario y tu familia está esperándote en la meta.

Preparáos para que se os pongan los pelos de punta (y para echar alguna lagrimilla, o muchas...)

CRÓNICA SUFRIDA Y UN PELÍN EXTENSA DEL MAPOMA 2008

Aún estoy mirando al cielo para ver las estelas con los colores de la bandera española que han dejado los aviones de la patrulla Águila cuando suena el pistoletazo. Se oyen muchos gritos y aplausos porque hay muchas ganas de empezar. Poco más de un minuto después paso por debajo del arco de salida. Empieza la fiesta.

Salida
La Patrulla Águila
Los primeros kilómetros los hago muy relajado, charlando con Luis y Jesús y casi sin enterarme. Vamos un poco más deprisa de lo que yo tenía planeado, pero de pulsaciones voy bien. Poco a poco pasan los kilómetros y nos vamos acercando lentamente al globo de los 4:30. Hacia el kilómetro 10 lo sobrepasamos. En teoría, para hacer ese tiempo es bueno, le ganamos en la primera media para después tener algo de colchón. Lo que pasa es que yo empiezo a mosquearme, no me paso de pulso, pero estamos haciendo el kilómetro por debajo de 6 y en las cuestas me acerco a las 180 pulsaciones. ¿Lo pagaré después? Seguro que sí. El paso por la calle Preciados y la puerta del Sol es impresionante: están llenas de todo tipo de gente, que aplaude, hace ruido, anima y chilla. Hay muchas pancartas de apoyo a un familiar o amigo. Se me pasan todos los males, es tremendo lo que te pueden empujar estas cosas. Con los pelos de punta nos alejamos de ahí, lo nuestro después de todo es seguir corriendo. En la calle Bailén hay un tramo que pica un poco para arriba y a mí me cuesta demasiado. La euforia anterior, igual que vino se va de golpe. Se me encienden todas las alarmas porque no hemos llegado ni al 20 y ya empiezo a flojear. No puede ser, pienso, sería un desastre.


La Gran Vía
El 20 y la media llegan justo después de sobrepasar el Palacio Real. El año pasado la calle Bailén me encantó, la pasé con la boca abierta admirándolo todo. Esta año, en cambio casi no disfruto, me preocupo más en evitar el pavés (no puedo evitar llamar así al adoquinado, me viene de formación profesional) para ahorrar esfuerzo. A estas alturas ya me duelen bastante los abductores y los glúteos, lo que más me hizo sufrir el año pasado. Pero eso fue a partir del 30, hasta ese punto fui volando. Hoy, en cambio, estoy en la mitad y ya estoy sufriendo. Las alarmas cada vez zumban con más fuerza, esto tiene muy mala pinta.

Ferraz vuelve a picar para arriba y me empiezan a doler las rodillas. Este año no he querido vendarme ni las tibias ni las rodillas porque estoy harto de correr pareciendo Robocop. Me doy cuenta que no voy a poder seguir a Jesús y a Luis porque tengo que forzar en la cuesta para no quedarme. Tras Ferraz bajamos hasta el Puente de los Franceses y enfilamos la Av. De Valladolid. Aquí se nota que Jesús y yo aflojamos y Luis decide irse. Demasiado nos ha aguantado. Aún así, con el nuevo ritmo yo no me noto fino y al llegar a la entrada de la Casa de Campo le digo a Jesús que tire, que yo voy a bajar mucho porque estoy mal. En cuanto se despega, mi ritmo se derrumba, debo haber bajado de golpe un minuto el kilómetro. Me empiezan a sobrepasar corredores por todos los lados.

Empiezan mis peores momentos, qué hago aquí, qué necesidad tengo, no voy a llegar ni al 25, si es que no entreno… Parece que ha pasado una eternidad desde la media, ¿dónde diablos está el 25? Cuando llego, me paro en la mesa de Aquarius a por un vaso. Qué tentación... NO, echa a correr. Estoy parado el tiempo justo para bebérmelo de un sorbo, pero todo mi cuerpo me pide que no siga, que me retire. A ambos lados de la cuneta se ven cada vez más corredores parados o andando con las caras ya demacradas. Pero, ¿cómo puede ser? Si es el 25 aún. En ese momento decido que me voy a retirar, que ya terminé el año pasado y que tal y como estoy no voy a llegar. Cuando esté en Lago llamo a Virgi, pillo el Metro y me voy a buscarles. Desde aquí se ve a los corredores que ya están saliendo de la Casa de Campo y pienso que lo lógico sería ir hasta ellos campo a través para ahorrarme la vuelta a entera, pero no lo hago. ¿Por qué? Bueno, no sé, tampoco es muy lógico estar aquí sufriendo como un perro así que la lógica la debo tener mal afinada.

Sigo corriendo aunque me vaya a retirar para por lo menos hacerlo con la mayor dignidad posible. La cuneta ya es un rosario de gente hecha polvo que mira con desesperación a los que pasan en sentido opuesto. Yo, sin darme cuenta, me he ido yendo hacia la izquierda y también voy por la cuneta aunque sea corriendo. Siguen adelantándome muchos corredores, pero ahora yo también paso a alguno. Al llegar, por fin, al giro que nos enfila hacia la salida oigo que gritan mi nombre. Es Javier Tolín, un conocido de Mapfre. ¡Gracias Javi!, atino a decir casi sin voz. Que te animen normalmente te da alas, pero me temo que yo ya las tengo cortadas. En el 27’5 me paro por el Aquarius he intento, al igual que en el 25, no caer en la tentación de andar; pero no puedo ,las piernas no me responden, no tengo fuerzas. Pido que me echen algo de Reflex en las rodillas y decido ir andando hasta Lago, que debe estar hacia el 28 o 29 para retirarme.

Tras unos cuantos pasos me entra un rabia tremenda. No voy a llegar, no veré a Pablo ni a Virgi en la Meta, ni podré poner la medalla en la estantería para sentirme orgulloso al verla, cuatro meses entrenando, sacando tiempo de donde no lo hay, sin dormir, las discusiones con Virgi, la lucha contra la pereza, el no montar en bici, no salir con el club… Pero no puedo, el cuerpo me lo pide, la cabeza también, parezco un alma en pena, con el ceño fruncido. Andando penosamente intentando soportar el dolor que me produce cada paso. No puedo, no puedo, de fatiga estoy bien, pero me duele mucho el cuello, las lumbares, los hombros y sobre todo las piernas. La cabeza me sigue pidiendo a gritos que me retire.

Menos mal que también tenemos corazón y ese también tiene algo que decir. Tras unos 500 metros andando me pongo a correr de nuevo. Cada vez que alguien se para y echa a correr de nuevo la gente le anima mucho y eso reconforta. ¡AAAhhh! Lo malo que tiene andar es que se cargan las piernas y luego es peor. Aprieto los dientes mientras mi cuerpo se acostumbra de nuevo al trote. Estoy en el 28, si aguanto hasta el 30 ahí puedo parar de nuevo, andar durante el avituallamiento y los kms ya empezarían a contar desde 10 hasta abajo. Desde 10, sí, ni pienses en los 42,195, se termina en los 40 y punto. Llego a la cuesta del Lago y me tengo que parar de nuevo, esto no hay quien lo suba, parece La Morcuera, coño. No es que ande para descansar ni nada parecido, es que físicamente me es imposible seguir corriendo.

Al “coronar” la cuesta me echo a correr de nuevo y de nuevo me anima la gente. Estoy hecho polvo, incluso andando cada paso es un suplicio; pero algo ha cambiado. Ahora me siento determinado: yo termino esto aunque sea arrastrándome por el suelo. Paso por la boca del metro y ni la miro. A pesar de que estoy sufriendo un montón me vuelven los pensamientos positivos. Siempre me ha gustado pensar en la frase de Antonio, el Campeón: “el día que yo me retire de una carrera será inconsciente o atado en el SAMUR”. Por mis santas narices que yo llego a la Meta a ver a Pablo y a Virgi.

Ahora sé que voy a terminar a no ser que ocurra una desgracia, pero también sé que va a ser muy, muy duro. Justo antes del avituallamiento la calle vuelve a picar hacia arriba. Los pocos metros que me separan del agua se me hacen eternos, pero no quiero andar. Mientras bebo el Aquarius y el agua llego a un acuerdo conmigo mismo: puedo hacer los avituallamientos andando y correr el resto. Esto haría que me quedasen un total de cuatro miniretos: hasta el 32,5, hasta el 35, hasta 37,5 y hasta el 40. Los otros 2 kms, 195 metros no cuentan, son anecdóticos. Lo de los miniretos está bien, ir consiguiendo pequeñas metas sienta muy bien al coco, que es con lo tengo que acabar porque piernas no me quedan.

Se acabó el ‘descanso’, toca volver a correr. ¿Descanso?, si cada paso me cuesta un horror y hace que me duelan hasta las pestañas. Siento como si las piernas me fuesen a reventar de la presión, verás cuando corra, pero es lo que toca. ¡Ahhh!, noto como mis gemelos están agarrotados por haber parado e intentar retomar la carrera. Se ponen duros como piedras y pasito a pasito se van recomponiendo. Mi ritmo es penoso, pero parece que tras medio kilómetro la rigidez de las pierdas afloja lo justo para poder seguir. Pasamos por una zona de grandes avenidas, pero hay bastante público y eso siempre es bueno.

Y parece que voy andando aunque corra
Llego al 32,5 y de nuevo me paro. Tengo que hacer un gran esfuerzo para no hacerme trampa a mi mismo y comenzar a andar nada más ver la tienda médica. ¡No!, andar al llegar a la altura de las mesas, antes no. El año pasado me quedé sin agua al final, así que decido quedarme la botella e ir bebiendo sorbitos hasta el siguiente punto. Una gran idea, porque los metros no avanzan y cada sorbito de agua me sirve como distracción. Bebo cada vez que tengo ganas de dejar de correr, lo cual pasa muy a menudo. Ahora lo que más me duele son los abductores. Cada paso se me hace un calvario, no voy a aguantar. Procuro no mirar el GPS porque sé que no avanzo. Sólo me quedan las ganas de llegar a ver a Virgi y a Pablo y la fuerza de voluntad, así que procuro aplicarme todos los trucos psicológicos que he leído en las revistas. El próximo punto es el 35, me quedarán dos miniretos, sólo dos.

Alcanzo las mesas de agua y vuelvo a parar. Esta vez pido que me echen algo de Reflex en los abductores. Sé que no vale para mucho, pero también sé que el Reflex quema y todo lo que haga que me distraiga del dolor que siento me vendrá bien. ¡Vamoos!, a por el 37,5, que es el último intermedio, ¡el último! Pero arrancar cada vez me cuesta más y el 37,5 no llega nunca. Sigo conservando la botella de agua entre punto y punto. Este año no hay signos de deshidratación, eso lo he mejorado. No puedo evitar echarle un ojo al GPS de vez en cuando y lo que veo es desolador: 50 metros, 100, 150, 200,…. La quemazón del Reflex parece que surte efecto porque me alivia un poco el dolor. Ha sido buena idea. Llego a las mesas, pero esta vez soy incapaz de no hacer trampa y paro un poco antes. Qué más da, el caso es que estoy en el 37,5 y voy a terminar cueste lo que cueste. Uno, no me queda más un último tramo hasta el 40. Sé por el perfil que es el más duro, pero eso no quiero ni pensarlo. Vuelvo a pedir Reflex en los abductores. Esta vez me lo da un chica pero mi pudor se quedó en 25, estoy como para preocuparme de eso. Me dice que no ayuda mucho, que es más de coco. Les digo que eso es justo lo que me hace falta y se ríe.

Andar ya no me alivia nada, siento tal presión en los cuadriceps que creo que se me va a salir el músculo a través de la piel. Pero lo que toca es lo que toca, enfrentarse a las cuestas. Estamos en la parte de atrás de Atocha y hay muchísima gente. La avenida de la Infanta Cristina parece que mide 20 kilómetros, no se termina nunca y cuando lo hace es para girar a la izquierda y dar paso a un muro por el que hay que escalar. Me paro de nuevo. No he llegado al 40, pero no puedo seguir. En este punto sé que tengo que terminar, pero no sé cómo voy a hacerlo, ya no me consuela nada. A mitad de cuesta corro un poco y llego a las mesas. ¡El 40, por fin! Esto ya está, esto ya está, me repito sin cesar; pero ni eso me anima. Quiero llegar ya, quiero abrazar a Virgi y a Pablo y me quiero ir a casa. Esto es una locura, no me tengo en pie. Subir la cuesta, incluso andando, me resulta imposible. Pero sigo adelante, ¿qué voy a hacer?

Tras el avituallamiento lo de siempre, pelea mental para echar a correr: has pasado el 40, aprieta lo dientes y sigue. Y eso hago. Veo a dos chicas con las que he estado compartiendo los últimos kilómetros. Las dos tienen muy mala cara, supongo que como todos. Una de ellas va llorando y se quiere retirar y la otra la está agarrando para que no lo haga a la vez que la empuja. La escena es conmovedora. Empiezo a sentir la ansiedad de estar ya rodeando el Retiro, pero me tengo que parar de nuevo, soy incapaz de seguir subiendo la cuesta. Pero andando tampoco puedo, me duelen demasiado las piernas, me van a reventar, esto es inhumano. Pienso que he pasado ya la pancarta del 41 y que me estoy haciendo trampa, no debería estar andando y que como me duele de todas formas lo que tengo que hacer es echarle huevos y a correr. Pienso en Virgi, en Pablo, en la carita que pondrá al verme. Aún no me han llamado, así que saco el móvil y la llamo yo. No consigo dar con ella, ¿no habrá llegado, o es que con tanta gente hay saturación? Me echo a correr de nuevo. Llego a la puerta del Retiro y aprieto aún más los dientes. La puerta está atestada de gente que aplaude como loca. Me empiezo a poner muy nervioso, lo he conseguido, lo he conseguido, pero tengo que hacer el esfuerzo de llegar, sigue, sigue.

La recta del Retiro
La recta del retiro no termina nunca, voy pegado a la derecha buscando a Virgi con la mirada. La vuelvo a llamar y sigo sin dar con ella. Paso por una pancarta, otra, ¿pero dónde diablos está la meta? No llega nunca. Por fin, veo el arco a lo lejos. Sigo buscando a Virgi, ¿dónde está? No la veo. ¿No habrá llegado, estará en otro punto, me la habré pasado sin verla, me habrá visto ella a mí? Cruzo la meta y atan un plástico al cuello a modo de capa, para que no coja frío. Ya está, me dicen; pero yo no siento nada. Creo que me voy a derrumbar, no me sostengo. No puedo pararme porque me resulta imposible estar de pie, así que sigo andado. Estoy grogui, no sé hacia donde ir. Me suena el teléfono, es Virgi. Quedamos donde el año pasado, a la altura de la Meta. Me siento muy mal, necesito reponerme, medirme el azúcar.

Buscando a Virgi desesperadamente
A la izquierda hay muchas mesas con agua, Powerade y comida. Cojo dos de agua y un Powerade, pero ya no me quedan manos para comida, ¿por qué no han dado un bolsa? Tengo barritas en el cinturón, así que comeré eso. También veo que hay una barra de cerveza sin. Es muy buena para reponerse y me subirá el azúcar si acaso estoy bajo. No me lo he medido desde el 30 porque no tenía fuerza ni para eso, aunque he tomado un glucosport preventivo en el 35. Cojo la cerveza y voy hacia donde he quedado con Virgi. Soy un alma en pena, no puedo andar y con las botellas, que llevo como malamente puedo, peor. Hay una valla y no puedo pasar. Me veo incapaz de seguir, se me cae todo lo que llevo y me tiro al suelo. Todo me da igual. Intento estirar pero es imposible. Me quedo tirado apretando los dientes para intentar soportar el dolor. Me suena el móvil, no puedo cogerlo, estoy francamente mal.

Al cabo del rato saco fuerzas para llamar a Virgi. Me dice que está al otro lado de las vallas, a la altura de la meta en un parque infantil y que no puede cruzar. Recojo las botellas y penosamente me levanto. Voy haciendo ruidos al andar, así que supongo que debo estar gracioso. Me siento muy mal, cada paso es un suplicio. No voy a poder llegar. Cruzo a través de las vallas y voy hacia la meta. No voy a llegar, no voy a llegar. Me siento en un banco porque no puedo seguir, pero el dolor no disminuye, así que vuelvo a levantarme y sigo buscando a Virgi. Un parque infantil, un parque infantil, dónde está, no puedo más. Por fin lo veo a la derecha, me arrastro hacia él y veo a Virgi y a Pablo jugando. Acelero el paso lo poco que puedo.

Cuando estoy cerca me ven ellos. Oigo que Virgi le dice a Pablo – Mira papá, ¡si es superman!. Pablo sonríe y le brillan los ojos. Se me saltan las lágrimas cuando le abrazo y le doy un beso. Ahora todas las emociones me afloran de golpe. Me abrazo a Virgi y, de nuevo, me echo a llorar. No puedo evitarlo y tampoco tengo por qué hacerlo. Ahora sí, ahora sí me siento emocionado y además comprendo por qué antes no. Porque antes no había terminado, sólo había cruzado la meta. La maratón la he terminado ahora.

Cruzando la meta

lunes, 12 de agosto de 2013

Minimalismo: el "reverso tenebroso " del running.

Para mí, el minimalismo no es una moda pasajera (como muchos se empeñan en afirmar), ni un capricho de verano; para mi, ha supuesto toda una revolución, una nueva forma no sólo de correr, sino de entender la carrera.

Aunque ya existían en el mercado, desde hace algunos años, zapas minimalistas (las kinvara, las fivefingers, o sin ir más lejos, todas aquellas zapas que conocemos como "voladoras" o las mixtas), sólo unos pocos se decidían a usarlas, y en caso de las voladoras, sólo para competir, o en determinadas sesiones de calidad, pero no como zapatilla habitual. La mercadotecnia es muy fuerte, y las indicaciones de los fabricantes respecto al peso recomendado como a la duración de las zapatillas, hacían desistir de su uso a muchos corredores del "pelotón".

"Nacidos para correr" ayuda de manera bestial a la extensión del uso de estas zapatillas como habituales en las sesiones de los corredores; los argumentos en contra de las amortiguadas, la explicación de la tecnica eficiente y, sobre todo, el relato fantástico de la carrera organizada por Caballo junto con la historia de los tarahumaras, de cómo viven y cómo entienden el correr, despertó en mucha gente el interés por otra forma de correr, más natural, menos artificial, en definitiva, la forma de correr de los seres humanos a lo largo de miles de años.

Las marcas, que no son tontas, se dan cuenta del nicho creciente de mercado, y aunque mantienen la producción de las zapas de toda la vida (realmente, de hace 30 - 40 años...), cada vez más empiezan a sacar modelos que favorecen un correr más natural, con variedad para todos los gustos (más o menos drop, más o menos amortiguación, con o sin protección anti-impactos en la suela, suela con menor o mayor taqueado, upper más o menos transpirable, etc.). Así, se satisfacen los deseos de todos los usuarios; quien quiere amortiguación y zapas "clásicas", las sigue teniendo, pero quien deseé probar algo "nuevo", tiene multiples opciones, adaptadas al uso que les vaya a dar (asfalto, pista, sendero, zonas más técnicas o más rotas...).

Para facilitar el cambio, están las zapas de transición, no tanto por lo amortiguado, sino por el drop (diferencia entre puntera y talón), orientadas a quienes ni se atreven con las zapas radicales, y deseen ir poco a poco. Aunque mi experiencia personal es que se puede dar un cambio radical sin problemas, siempre y cuando se haga con paciencia y cuidado, progresivamente.

En internet cada vez es mayor el nº de páginas dedicadas a esta "nueva" forma de correr. Las que yo consulto habitualmente son las siguientes:

Cincodedos.es
Web con tienda tanto online como física, dedicada principalmente a las fivefingers, pero donde se pueden conseguir también otras zapatillas minimalistas, aunque la oferta es más reducida.

Correrdescalzos.es
Web absolutamente de cabecera, para estar al tanto de lo que se cuece en el mundillo. Esencial y completísima, si te mola esto de correr "a pelo" (o casi)

Zami
Tienda web, donde comprar con absoluta seguridad, y que proporciona un asesoramiento excelente tanto por teléfono como por "wassap". Enorme variedad.

Zapatillasrunning.net
Hablan de todo tipo de zapatillas, pero incluyen las que se pueden clasificar como minimalistas puras y de transición. Los análisis, si bien breves, suelen ser muy buenos

Zapatillasminimalistas.net
Web dedicada en exclusiva y en profundidad al minimalismo, con análisis, reviews, noticias, etc. Muy muy buena

Ahora bien, si deseamos dar un giro radical, abandonar las "barcas" y empezar a sentir de nuevo, sin necesidad de correr descalzos, debemos empezar a correr con zapatillas minimalistas; zapatillas que promueven un correr mas natural, facilitando la pisada de mediopie o metatarso (evitando talonar), promoviendo un mayor contacto con el terreno (desarrollando la propiocepción) y liberando al pie de correcciones artificiales (control de pronación - es la propia forma de correr la que corrige los defectos).

Los elementos de este "correr natural" son los siguientes:

- Postura: debemos adoptar una postura relajada, sin forzar. Debemos ir rectos, no doblados, con la cabeza erguida, mirando hacia el frente, con las rodillas ligeramente flexionadas y con hombros y los brazos relajados, los brazos flexionados en un ángulo de 90º, con un balanceo hacia delante y detrás, sin cruzarlos por delante del cuerpo. Los brazos tienen que ayudar en la carrera, pero no forzar. La postura debe ser relajada, y es muy importante que tanto en llano, como subiendo, la caja torácica esté lo más abierta posible, para poder respirar adecuadamente (subiendo es más fácil doblarse, por lo que hay que estar muy atento a la postura).

- Pisada: la pisada más generalizada es la de talón; se extiende demasiado la zancada, y al pisar, se apoya primero el talón y la pierna va totalmente extendida, casi rígida, lo que tiene consecuencias desastrosas (no se amortigua en absoluto la pisada, todo depende del calzado, por lo que piernas y espalda absorben todo el impacto, aumentando la probabilidad de lesionarse. Además, el pisar de talón supone un freno a la carrera. Todo ello deviene en una postura absolutamente forzada al correr, además de un un gasto energético espectacular - puede que el día de la carrera, con la adrenalina disparada, no lo notemos, pero la recuperación de un esfuerzo tan acusado va a ser mucho peor y más lenta). Lo correcto (y eficiente) es pisar de metatarso, justo debajo de la cadera, para repartir mejor el impacto entre las articulaciones de tobillo y rodilla. Un experimento muy sencillo es dar un salto vertical, y caer de dos maneras diferentes, primero de talón y luego de metatarso; a ver cuál de las dos es más natural (y duele menos...).

- Cadencia: para poder pisar de metatarso, la zancada se ha de acortar (el pie ha de ir cercano al suelo, evitando el bote), y ha de aumentarse el número de pasos por minutos (se aumenta la cadencia). La zancada es rápida, ligera, evitando el impacto duro contra el suelo. Hay que correr como si el suelo quemase, y aminorando el tiempo de contacto entre el suelo y el pie. De este modo, nos desplazaremos de manera mucho más ágil y comn menor gasto energético que si entramos "a matar" con el talón. La cadencia mínima para ser eficiente es de 180 pasos por minuto; yo recomiendo utilizar un metrónomo (hay mil apps y gratis). Aunque hay webs con canciones con esta frecuencia, yo no escucho música mientras corro (distrae y puede alterar el ritmo) y con el metrónomo te concentras a saco, y sigues perfectamente atento a lo que pasa a tu alrededor.

- Inclinación: una vez que hemos conseguido no botar, flexionar las rodillas, relajar la postura, no cruzar los brazos, no talonar, reducir la zancada y aumentar el nº de pasos (jajjajaaj, poca cosa, eh? El consuelo es que, con tanto en lo que pensar y concentrarse, ni te acuerdas del cansancio...), hay que inclinarse ligeramente, pero no doblarse por la cintura. Se mantiene la pelvis neutra, y la linea que formaba la cabeza con los hombros y la espalda se inclina hacia delante, para hacer que la fuerza de la gravedad nos empuje. Para ir más o menos rápido, no tenemos que alargar la zancada, sino jugar con la inclinación: si queremos ir más rápido, nos inclinamos hacia delante, y para frenar, nos erguimos. Simple (por no decir tonto) pero absolutamente efectivo.

La suma de todos estos factores harán que nuestra carrera sea mucho mas fluida y natural, libre de tensiones, y con tanto un gasto energético como con un sufrimiento musculo-esquelético mucho menores. En resumen, seremos mucho más eficientes: podremos correr la misma distancia que con la técnica anterior, pero el esfuerzo requerido será menor y la recuperación mas rápida.

Yo os puedo asegurar que es real. Corrí el GTP, aplicando esta técnica, y después de más de 10 horas corriendo, prácticamente no tenemos dolores y no estaba demasiado cansado (tengo testigos, eh? jejeje).

Esta técnica es aplicable a cualquier tipo de zapatilla, pero lo mejor para ponerla en práctica es correr con las zapas minimalistas indicadas, o bien correr descalzos; tendencia cada vez más extendida, y que yo recomiendo probar de vez en cuando; por cesped, arena, o incluso asfalto en buen estado, unos pocos minutos sirven para tener unas sensaciones increíbles, para disfrutar plenamente de la carrera.

En internet podemos encontrar muchas páginas dedicadas a esta técnica de carrera, pero para mi fue absolutamente clarificador un libro, "El correr CHI (Chi-Running)", escrito por Danny Dreyer. Por el título, puede parecer un libro un poco friki (si estás leyendo esto, y has llegado hasta aquí, me temo que tú también lo eres... jajajaj, así que no hay problema), pero es absolutamente revelador y desgrana perfectamente todos los elementos de la técnica. Se puede comprar, pero también se puede conseguir en pdf "for free". La web del autor es la siguiente: http://www.chirunning.com/

Ahora bien, por mucho que leamos ampliamente sobre esta técnica, y veamos muchos videos, la progresión en el uso de estas zapatillas es lo más importante. Si estamos acostumbrados a correr con zapatillas minimamente amortiguadas y con un drop más que considerable, no podemos calzarnos unas zapatillas minimalistas, sin amortiguación y con poco o nada de drop, y correr desde el primer momento la distancia o el tiempo al que estamos acostumbrados. Si hacemos eso, la lesión está asegurada. La forma de pisar es completamente diferente a la que estamos acostumbrados (por lo menos, la inmensa mayoría de nosotros), los músculos que trabajan son otros, y debemos despertarlos poco a poco.

Es necesaria una progresión, con sesiones en días alternos de 5 minutos, e ir progresivamente aumentando la distancia, pero nunca corriendo dos días seguidos, al menos en las dos primeras semanas.

Son absolutamente claves la paciencia y la constancia.

Es muy recomendable acostumbrarse a andar descalzo lo más posible, en casa todo el rato, y para no perder la forma, lo mejor es intercalar el uso de estas zapatillas con las habituales, hasta que nos acostumbremos a las minimal. Lo mejor sería dar el paso cuando no tengamos ninguna competición a la vista, para no estar agobiados por una posible falta de forma de cara a la misma. Liberados de tensiones y agobios, relajados, la adaptación será mucho mejor.

En la web, cada vez hay más planes para facilitar la transición. Yo recomiendo la guia editada por correrdescalzos.estotalmente gratuita, pero que se consigue a través de zami.es.

Yo seguí el plan, poco a poco, tres veces a la semana; la primera semana 5 minutos cada sesión, la siguiente también tres veces, pero 10 minutos, etc. y en un mes, pasé de correr con unas Nimbus a correr con unas FiveFingers, y aunque hay molestias en el proceso, propias de un cambio tan radical de calzado, no he tenido ningún problema articular ni muscular, y eso que, según la "teoría" de las marcas, ni se me debería haber ocurrido: yo pesaba 80 kgs, y las voladoras se recomiendan para un peso máximo de 65 kgs. Si las voladoras, aunque poca, algo de amortiguación tienen, para poder usar las FiveFingers, sin amortiguación alguna, como peses más de 50 kgs, ni de coña... Pero me lo tomé tranquilamente. Tenía curiosidad, había leído sobre ello y quería probar otra forma de correr. Y di el salto, poco a poco, con tranquilidad, y en un mes ya no quería cambiar y estaba convencido.

Sí que cuesta, la planta se resiente, y los gemelos y sóleos también, pero te acabas acostumbrando y te acaba gustando tanto, que no vuelves a las de antes.

He tenido "incidencias", pero no han sido por las zapas, sino por haber estado concentrado y descuidar la técnica (me di en la punta de un dedo bajando un bordillo y en la punta de otro al tropezarme con un desnivel del terreno, y me hice mucha pupa, pero no pasó a mayores. Quizás con zapatillas tradicionales no me hubiese hecho tanto daño, pero no me arrepiento y no las cambio).

De hecho, me hice daño y arrastro una medio molestia desde abril, pero fue corriendo con unas Salomon Sense Mantra, que son de transición, y más light que unas normales de trail, pero bastante barcas. Corriendo una carrera del circuito Adidas Races Trail Running en Hoyo de Manzanares (Madrid), de 12 km, sin excesivas complicaciones, me las puse, por no llevar las Trail Glove y poder ir sin preocuparme del terreno, y por fiarme de la amortiguación, iba con menos cuidado, y me hice algo de daño en el muslo izquierdo, por saltar por las piedras "a lo manzanillón". No es grave, y puedo correr, y con fiverfingers, merrell, etc, todas las que tengo, no noto nada, pero ahí está, tengo que estirar bien. Por haber sido descuidado y no ir concentrado, por fiarme de unas zapatillas, en vez de concentrarme en la técnica.

Lo importante realmente no son las zapatillas, se puede correr con cualquiera, siempre y cuando el terreno sea más o menos propicio (p.e., no es muy recomendable subir a Peñalara desde el Chozo con unas "Happy Luck"), pero yo corro por asfalto con unas Newfeel del Deca, y voy encantado de la vida; lo verdaderamente importante es la técnica de carrera, centrarse en correr bien, concentrado en la técnica y la postura. Si se corre bien, el riesgo de lesiones se reduce al mínimo. La amortiguación depende de tu pisada y tu postura, no de tu zapatilla. Y si pisas las piedras, claro que duele, pero quizás hay que pisar con cuidado ("ligero y suave"), apoyándose en las piedras, y no intentar romperlas... Duelen al principio, pero a medida que vas reforzando la planta del pie, unido a una pisada más ligera, cada vez se notan menos.

Y si no fuese así, y las zapatillas amortiguadas fuesen tan maravillosas, la panacea para correr, y con las minimalistas, como muchos se empeñan en afirmar, no se puede correr y nos lesionamos seguro, por qué la gente que corre con zapatillas amortiguadas, se sigue lesionando???

A mí no me cuadra. Si son tan avanzadas tecnológicamente y tienen tantas protecciones, y prometen una pisada adecuada, y bla bla bla, la gente no debería lesionarse NUNCA. Pero se lesionan. Y mucho. Y cada vez más.

A lo mejor, va a ser que no son tan maravillosas, y hay que empezar a dejar de usarlas...

La Pedriza 01/08/2013: Tranco - C.Cochino - Collado Cabrón y vuelta

Segundo fin de semana seguido subiendo a la Pedri, y ya se nota la afluencia de "veraneantes".

En esta ocasión, la ruta fue mucho más corrible que la de la semana anterior, y más agradable, en el sentido de que no hubo que dar trepada alguna, e íbamos entre sombra prácticamente todo el camino.

Quedamos en el Tranco a las 7.30 del domingo. Ya estaba casi lleno el aparcamiento. Los "elegidos para la gloria" de ese día fuimos Dani, Cris, Edu y yo; mezclando dos grupos de corredores, el vicio que puede salir de aquí... jajajaj.

Llegamos a Cantoco, como la semana anterior, y cogemos la Autopista. En un primer momento, el trazador no estuvo "fino", y pasamos el cartel que indica la senda al Collado Cabrón, y tiramos en dirección al Refugio. Pasado el Refugio, unas cuestas más arriba, el trazador se da cuenta de que por ahí sí que vamos al Collado, pero pasando por las Torres, lo que supondría dar mucha vuelta y no era el "target" de la excursión (además, Cris llevaba sin triscar por el monte desde la quedada casi un año antes para subir a Bola, y el trazador estaba oxidado, y con "mochila delantera", producto de la sidrina astur...).

Nos damos la vuelta, y una vez llegado al cartel, empezamos a subir por las zetas. Aunque empinadas, en un ratito no muy largo llegamos al Collado, y descansamos un ratito.

El Collado Cabrón, con luz de las 8 de la mañana, una preciosidad
Del Collado salen diversas rutas, a cual más interesante, pero decidimos que íbamos de relax, así que empezamos a bajar en dirección a la Charca, pero sin llegar a ella. Zetas de bajada, muy pero que muy corribles, hasta llegar a un recodo donde nos deleitamos con las vistas.

Dani y Edu, naturales
Cris, con pose también muy natural...
Seguimos camino, y en vez de cruzar el puente y seguir a Cantoco por la pista, tiramos por la margen izquierda, y enlazamos con el camino de vuelta al Tranco.

Vemos vacas, mucho dominguero (qué grandes las chanclas para ir por el camino del Tranco) y llegamos al punto de partida, con foto finish incluida

Edu, lo siento por el dedo, pero casi me piño!!! jajajaj
 Con los deberes hechos, en menos de dos horas, y antes de que empezase la masificación...

Tiradita muy rodable, y de dificultad muy ajustada, para hacer, estando en forma, y sin parar, en hora y media, con mucha holgura.

Recorrido:


Resumen:

- Distancia: 11,76 km
- Tiempo: 1:48:08
- Altura Ganada: 508 m

domingo, 11 de agosto de 2013

Intermón Oxfam Trailwalker - Reto solidario 2014

Hola a tod@s!!!

Espero que estéis bien.

Voy a ser franco; os escribo para pediros algo. Pero antes de asustaros y pasar de este post, dadme un voto de confianza y unos minutillos de vuestro tiempo, por favor. Esperad, leed, pensad y después actuad según lo que os dicte vuestra conciencia…

Unos amiguetes y yo (por cierto, compañeros de Mapfre), buena gente, sana y deportista, a los que nos gusta correr - mucho, mucho y durante mucho tiempo, y sin que nos persigan ;) -, estábamos hace unos días pensando en qué reto podíamos afrontar el año que viene (este año, ha tocado el GTP, y como no nos hemos castigado bastante, buscábamos algo peor..) y hemos redescubierto el reto del asunto, y del que os pongo el link a continuación:

http://trailwalker.intermonoxfam.org/es/tw-madrid-2014-0

Ya conocíamos la carrera de años anteriores, pero la novedad de este año es que se celebra en Madrid, lo que hace mucho más fácil la logística (y mucho más fácil y apetecible correrla).

Se trata de una carrera por equipos de 4 personas (aunque pueden ir 2 más de apoyo) de 100 km, por el Valle del Lozoya y la Sierra de Guadarrama (parajes bien conocidos y ya pateados), a completar en menos de 32 horas. De por sí, la duración, el tiempo y la orografía pueden desalentar, pero no es lo que nos preocupa (jejeje); lo que nos trae de cabeza es que para poder correrla, además del pago de la pertinente inscripción, cada equipo tiene que recaudar como mínimo 1.500 €, que luego irán destinados a los proyectos que Intermón Oxfam tiene destinados por el mundo

http://www.intermonoxfam.org/es/que-hacemos

Si no se recauda el dinero, los equipos no pueden participar; de esta manera, el reto que se nos presenta es doble:

- Correr 100 km en menos de 32 horas
- Recaudar el dinero

Por ahora, respecto de lo primero no tenemos duda alguna en conseguirlo, pero lo segundo se nos plantea como un objetivo muy duro, casi inalcanzable, a menos que nos echéis una mano.

El fenómeno del running popular, de unos años para acá, se ha extendido como la espuma (lo que es para alegrarse, y mucho); muchísima gente corre, sacrificando parte de su tiempo, y no sólo para estar en forma, sino que también participa en carreras. Las hay para todos los gustos; de múltiples distancias, por la noche o por el día, por asfalto o por campo, en llano o coronando cumbres, serias y festivas, etc. Y carreras solidarias también. Pero en muchas de las carreras solidarias, por no decir todas, el único dinero que se destina al fin para el que se recauda es el de la inscripción de los participantes. El problema es que no todo, porque parte ha de ir destinado al pago de la tasa por ocupar la vía pública, entre otros posibles gastos. En esta carrera de la que ahora os hablo, por supuesto que habrá gastos, pero como se exige un mínimo de recaudación, y se involucra a muchísima gente aparte de los propios corredores, sí se puede ayudar económicamente; el dinero conseguido no va a ser anecdótico y de verdad puede ayudar.

La satisfacción de correr esta carrera, y además poder ayudar a gente que lo necesita, para nosotros cuatro va a ser brutal. Y sé que para vosotros, pensar en que también habéis aportado un granito de arena, va a hacer que os sintáis mucho mejor, seguro.

No me enrollo más. Por favor, pensad con cariño en lo que os estoy pidiendo.

Si decidís no aportar nada, no pasa nada, es absolutamente respetable.

Pero si os animáis, aunque sea con un euro (mejor, más), os estaremos muy agradecidos. Por ahora no necesitamos que aportéis nada, únicamente que nos confirméis que lo haréis y cuánto decidís aportar.

Muchas gracias por vuestro tiempo, leyendo esta entrada y pensando en la petición (si podéis trasladar este mensaje a amigos y conocidos, para que consiga la mayor difusión posible, mejor que mejor)

Un abrazo a tod@s, y gracias por vuestro tiempo.

jueves, 1 de agosto de 2013

Motivación 2: Consejos (prácticos) para evitar el estancamiento

A continuación, resumo un artículo muy interesante de Runner´s World que me viene al pelo para ejemplificar lo avanzado en mi anterior entrada (Motivación: ¿cómo no cansarse de correr?)

Para evitar el estancamiento, ese estado tanto físico como psicológico, en el que ni se mejora como corredor ni se encuentra la motivación para seguir entrenando (acercando peligrosamente la tentación del apoltronamiento…), en necesario cambiar de rutina, introducir cambios en el entrenamiento.

Si nos limitamos a correr siempre al mismo ritmo, por el mismo circuito y el mismo tiempo, lo más probable es que acabemos aborreciendo esto del correr. Por ello, es necesario variar las sesiones, lo que además redundará en el desarrollo de las diferentes capacidades necesarias para correr (fondo, fuerza, velocidad).

Una vez que tengamos cierta experiencia como corredores (ni es lógico ni adecuado que los corredores principiantes hagan series, sino incluso pernicioso), cuando ya tengamos cierto bagaje atlético (en torno a un año, saliendo varias veces por semana), deberíamos incluir en nuestras rutinas de entrenamiento los siguientes tipos de sesiones:

- Cuestas, para trabajar la fuerza
- Rápida, para mejorar la velocidad
- Tranquila, concentrándose en la técnica
- Larga, para aumentar la resistencia
- Con amigos, para “romper la amargura de la soledad del corredor de fondo”

Por supuesto que, salvo que estemos preparando un reto importante, no es necesario realizar cinco entrenamientos semanales, uno por cada tipo de sesión, y aun con 4 días a la semana que corramos, aun preparando algo, es más que suficiente – yo doy fe, tanto para las dos maratones como para el GTP, el nº de sesiones semanales era de 4.

Lo que podemos hacer es mezclar tipos de entrenamiento en las sesiones:

- la larga del fin de semana la podemos correr con amigos (más que recomendable, casi necesario, para no acabar harto, evitar perderse – si te pierdes en compañía, pues no es tan grave… jejeje – y que se haga más llevadera), o

- buscar un circuito con cuestas (yo vivo en Collado Mediano, con cuestas para aburrir, así que me tocan sí o sí, en cualquier sesión), o

- hacer algo de fartlek, para jugar con la velocidad, adaptándonos al terreno, sin necesidad de hacer una serie tras otra, o

- la larga, hacerla tranquila, concentrados en la técnica, ritmo, respiración, postura, etc.

Y dentro de esos tipos de entrenamientos, que no se limiten a correr por correr (que como dice mi mujer – y está plenamente en lo cierto -, no tiene sentido – y paradójicamente, no lleva a ningún lado…), dando una vuelta de tuerca, por si acaso ya los incorporamos habitualmente a la rutina, pero queremos variar aún más, podemos introducir las siguientes:

- En entrenamientos suaves, podemos trabajar la cadencia, concentrándonos en la zancada y en el nº de pasos por miunto. Hay multitud de apps de metrónomos, o incluso webs donde descargar canciones con un ritmo determinado. Lo ideal es dar 180 pasos por minuto, para ser eficiente.

- En rodajes con cuestas, intentamos cantar una canción en voz baja, sin llegar a perder el aliento.

- Hacer las sesiones de velocidad con un amigo; así, cuando nos apetece parar (que es lo que ocurre casi siempre en este tipo de sesiones…), con un poco de pique (sano, eso sí) podemos seguir.

- En tiradas largas, practicar Ca-Co (caminar – correr), sobre todo si tiramos por el monte. Una buena técnica de subida andando, en cuestas muy pronunciadas, donde corriendo se va más despacio que andando y con mayor gasto energético, es absolutamente imprescindible en carreras de montaña con desnivel y duración ya importante, donde vamos a estar muchas horas y hay que gestionar bien las fuerzas. Es importante saber correr, pero más saber andar bien cuando se necesita

- En las carreras, no calentarse al principio, empezar con tranquilidad, e ir incrementando progresivamente el ritmo, aunque cada 5 minutos, más o menos se reduce la velocidad durante uno. Quizás esto no sea muy recomendable en carreras donde nos “estemos jugando algo”… pero es una opción en otras donde nos apuntamos por salir de la rutina, y la única pretensión es hacer una sesión de calidad, a mayor velocidad que un entrenamiento normal.

Lo que podemos preguntarnos ahora los corredores del pelotón es, a la vista de todo lo anterior, ¿es necesario hacer todo esto, si a mi lo que me interesa es correr de vez en cuando, no se me va la vida en competir, y paso de carreras? Pues si, es necesario, por muchas razones:

- para mantener la chispa y el interés por correr durante muchos, muchos años

- para estar más fuerte, al realizar un trabajo muscular más variado, disminuyendo la posibilidad de lesiones

- para ser un corredor “todo-terreno”, adaptándonos a múltiples situaciones y terrenos diferentes

A priori, todo esto puede parecer un mundo; variar las sesiones, el tiempo, la velocidad, etc. Pero a medio plazo, los beneficios son incalculables.

Os lo digo yo (y no os engaño)